“Boss” continua el
camino de su segunda temporada con seguridad y sin presión. Provoca un cierto sentimiento
y sensación de que la cadena de cable Starz desea tener en su
parrilla una serie de calidad con la que Kelsey Grammer se sienta
poderoso y seguro. Un nuevo rumbo dramático que ha marcado Gus Van
Sant y la seriedad de la propuesta, a la que no le importa mostrar los
mecanismos de corrupción, manipulación y, por supuesto, enfermedad y locura que
afecta a la política norteamericana. Si en la anterior temporada las primarias
para conocer quién iba a presentarse como gobernador marcaron una de las tramas
principales, ahora es momento de centrarse en esas elecciones que atañan a
parte del reparto. “Redemption” es el cuarto capítulo de la segunda
temporada y es momento de analizarlo al detalle.
«A algunas cosas es mejor dejarlas
rotas» y «Los errores del pasado van a ser corregidos» son
dos frases que se pronuncian en el episodio y que dan sentido dramático a “Boss”.
La enfermedad y desequilibrio mental que mantiene en secreto Tom Kane lo han llevado a estar
afectado por la sensibilidad y los remordimientos en los frentes personales y
profesionales que se encuentran quebrados: su familia y su ciudad. La redención
que marca, tanto el título del capítulo como ese legado con el que tal vez
quiera despedirse el personaje, antes de que su enfermedad le convierta en un
ser carente de voluntad. El personaje de Mona Fredricks es parte de ese motor
de cambio que necesitaba la serie y Kane. Su lucha en este capítulo se cierne
sobre su familia y una de las tramas principales de la temporada: la
reconstrucción de Jardines Lennox.
Queda pendiente en la recámara la fascinación
de Ian
Todd por Kane…
¿Un bastardo tal vez? Tiene la misma foto en su casa de Tom y Ryan en sus años
mozos con dos mujeres… También la detención del sospechoso de los disparos (Chad
Langley, un francotirador del ejército que sirvió en Vietnam) cuya identidad
tal vez decepciona a Kane o le muestra que los pecados que cometió en el pasado
se ciernen sobre él. Para Chad es el responsable de la violación y asesinato de
su sobrina, hace 19 años… Quitar del medio a los matones, tanto criminales como
financieros y ningunear al Fiscal del estado parecen conformarse como las
voluntades de ese alcalde en cuya retaguardia familiar no quiere formar parte de
su juego. Meredith Kane quiere que trate su enfermedad en
Canadá con un tratamiento experimental mientras que su hija sigue viéndole como
el monstruo que fue en el pasado. Adaptarse o morir parece el lema y así se
aplica a todos los personajes. Kitty vuelve a ser Kitty pero
es puesta a prueba por Maggie, que revela que conocía los detalles de su affaire
pero que es una de tantas. Esa revelación hace que Kitty ceda ante una
propuesta inferior de debate. Ben se sorprende al conocer la victoria de su
mujer sobre su antigua amante…
Sam siente algo por Kitty, avistado
ya en el pasado capítulo, y quiere llegar más lejos sobre el asesinato de Ezra.
Kitty le revela el nombre del sospechoso que le ha facilitado Kane en la
despedida ‘improvisada’ que mantuvieron ambos… A cambio, recibirán un trato de
favor del periódico. Tom continúa espiando a Mona entre sábanas y sexo… Aunque
ese «Te quiero» que le dice a su marido se representa al final del
capítulo en una alucinación: ya no son sobre personas ausentes sino sobre
elementos y entes actuales. Mona, por otra parte, está ocupada tratando de razonar
con los líderes de la comunidad de Jardines Lennox, pero se encuentra con la
oposición mafiosa de un esbirro de su antiguo jefe Ross: Kenya Taylor.
Tom finalmente decide tomar cartas en el asunto y presentarse allí en persona
para pisar el suelo por el que no pasaba en 20 años. Es momento de pedir
disculpas y hacer promesas: no les volverá a abandonar. Kenya es detenido y los
residentes parecen darle su apoyo. También el improvisado discurso es grabado
por el móvil de un asistente y emitido por televisión. Corregir los errores del
pasado se convierte en su principal misión pero la oposición va a ser terrible:
Ross y McGantry son dos pesos pesados y Darius Morrison puede ser esa bala en
la recámara… Ahora es buen momento para pensar en ese giro final sobre la
evolución de su enfermedad y alucinaciones que le recuerda ese nuevo subconsciente
en la figura de Ezra: «¿Qué has hecho ahora Tom?»…
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