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jueves, 26 de julio de 2012

Ted: Imposibilidades, homenajes y reformulaciones

“Ted
(2012)
EEUU
Director: Seth MacFarlane

Sinopsis (Página oficial):

Seth MacFarlane, creador de la serie “Padre de Familia”, lleva por primera vez su peculiar y atrevido humor a la gran pantalla como guionista y director de “Ted”. En esta comedia de acción real y animación digital, nos cuenta la historia de John Bennett (Mark Wahlberg), un adulto hecho y derecho que convive con su adorado osito de peluche que cobró vida como resultado de un deseo de su infancia… y que, desde entonces, se niega a abandonarle.

Crítica Bastarda:  

El desentierro de los 80 en la gran pantalla está trayendo todo tipo de acercamientos que quedan guiados y unificados en la sendas de John Hughes, Robert Zemeckis y Steven Spielberg. Pero por mucho que se hablara de la spielbergiana “Super 8” de J.J. Abrams el mismo año “Paul” de Greg Mottola intentaba reformular la imposibilidad de crecimiento en el detalle del homenaje, utilizando a un personaje digital (icónico, como un alienígena) ‘corrompido’ y mal hablado por su estancia en la Tierra. En “Big” de Penny Marshall un preadolescente se ‘transformaba’ en Tom Hanks gracias a un deseo cumplido, pero acababa siendo un crío atrapado en el cuerpo de un adulto. Realmente el cine de los 80 parece congelado, atrapado y enraizado en nuestra infancia sin posibilidad de crecimiento o renovación: renegamos de los remakes pero al mismo tiempo tememos volver al material original para mantener a salvo nuestra inocencia y recuerdos. Se ha convertido en nuestra tormenta (y tormento) personal.


El planteamiento de “Ted” pasa directamente por la mente de Seth MacFarlane. Se trata de un proyecto inicialmente pensado para conformar una serie de animación que finalmente acabó teniendo cabida como largometraje con actores reales. La imposibilidad de llevar a la gran pantalla el espíritu de “Los Simpsons” o “Padre de familia”, y del crecimiento interno y los personajes que las protagonizan, hace que el filme que protagoniza un oso de peluche ‘reanimado’ por el deseo de un niño recree dicha posibilidad y milagro. Nos encontramos ante ficciones inmóviles, condenadas a capturar un momento sin que sus personajes puedan crecer, al contrario de los que impone la ficción televisiva tradicional con actores reales. Tal vez por eso en “Ted” el choque de ambos mundos provoque la necesidad interior de MacFarlane de mostrar cierto avance y se plasme en la posibilidad de la imposibilidad, en el milagro como única explicación.


Muchos somos hijos de los ochenta y parece que Hollywood es consciente de ese target nostálgico y emocional. Este año han desenterrado “21 Jump Street” para convertir “Infiltrados en clase” en uno de los éxitos en taquilla de la comedia de institutos bajo el patrón del R-Rated. “Ted” ha decidido moverse en un argumento previsible y facilón, tan trillado como complaciente para trazar la línea de la (im)posibilidad y de niños-adolescentes y peluches atrapados en cuerpos, ya sean adultos o muñecos ‘diabólicos’. El filme de MacFarlane no ofrece una originalidad argumental más allá de construir una fábula guiada por el humor de trazo grueso. A algunos les recordará a “Tú, yo y ahora... Dupree” (comparten cameo de Lance Armstrong, aunque en el caso de “Ted” sea meramente ‘testicular’) y a otros a la serie “Wilfred” (sobre todo esas conversaciones en el sofá poniéndose hasta arriba de hierba). Pero “Ted” quiere profundizar en el crecimiento y deformación del homenaje. Desde Tom Skerritt o Sam J. Jones, para reivindicar el lado trash de “Flash Gordon”, sumado a un nutrido número de cameos, MacFarlane demuestra que lo que funciona en la comedia es el humor: aquí 100% “Padre de familia” para regocijo de un completo catálogo funcional de chistes y referencias durante un compensado metraje. Algunos criticarán su humor escatológico pero, ¿qué se puede asociar a “Jack y su gemela” salvo cuatro putas y un mojón? “Ted” también guarda un lado nostálgico y emocional, ese que deberían tener en común tanto los políticos, banqueros como los vendedores de crack. Algunos se hacen mayores sobreponiéndose a tormentas y otros esperando que acaben de hacer temporadas de “Los Simpson”. Es ley de vida. La estupenda cinta de John Bennett confirma, además, que no podemos mirar al futuro sin arrastrar con nosotros el pasado, porque la nostalgia siempre nos debe guiar hacia la madurez. 

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