(2011)
Francia
Director: Emmanuel
Mouret
Título original: “L'art
d'aimer”
Sinopsis (Página
Oficial):
En
el momento en el que nos enamoramos, en ese preciso instante, se produce en nosotros
una música particular… Para cada cual es diferente, y puede sobrevenirnos
cuando menos lo esperamos.
«El
tierno amor se alimenta de dulces palabras»
Ovidio,
‘El arte de Amar’.
El ‘arte’ de amar hace referencia al color pero sobre todo a
su música. A esa melodía que aparece en el momento de enamorarse de otra
persona. Lo mejor no está al final sino al principio… en esa historia de ese
pianista y gran compositor que nunca encontró la música del amor, pese a
numerosas parejas, y que finalmente se reveló en sus oídos antes de morir pero
sin saber su procedencia. El amor es ciego y una de las historias parece
recordárnoslo en una cita (sexual) a ‘ciegas’… tal cual.
|
La problemática del sexo y el amor |
Tal vez las historias no sean igual de sólidas o musicales,
tal vez el color del amor, la música del amor o simplemente el amor, sea algo
tan etéreo como meloso en la gran pantalla. El mérito de “El arte de amar” es que genera tantas
arterias directas al corazón del espectador que siempre existe alguna que conduzca
correctamente la sangre. El narrador agiliza el camino, es espectador asiente
con una leve sonrisa en su rostro. Es curioso que Emmanuel Mouret pariera
su película de pequeñas anotaciones, ideas y conatos de historias. Como si
fueran el principio de algo y el final de todo. ¿No es acaso a veces a sí el
amor?
|
Separados y unidos |
El
camino que ha elegido el cineasta ha sido darles
salida en una serie de historias que se cruzan para dar un sentido a un
diminuto todo. Más allá de esa recopilación de instantáneas tan agridulces como
amables, tan frívolas como sensibles, quedan detalles cómicos que salpican la
propuesta. Los roles se alteran y el amor parece resquebrajarse tanto en
parejas adultas como jóvenes para aferrarse de nuevo como si fuera el engrudo
más poderoso. No se trata de hacer un “Paris, je t'aime”, puramente
nacional, ni un “Manuale d'amore” a la francesa sino de hablar más de
parejas que sobreponen a la trasparencia de sus sentimientos. Aquellos que
dialogan, a modo de fábula con moraleja, recibirán una recompensa… o unos
consejos en forma de títulos. Efectivamente «El tierno amor se alimenta
de dulces palabras». Más si vienen del propio guionista.
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