(2011)
Francia
Director: Julie
Gavras
Título
Original: “3 Fois 20 ans (Late Bloomers)”
Sinopsis (Página Oficial):
“Tres veces 20
años” es una
comedia romántica. Pero Mary y Adam no son la típica pareja de 20
o 30 años; tienen casi 60. Como la mayor parte de las parejas de 60 años del
siglo XXI, son muy activos. Y además, lo hacen con estilo. Compaginan hijos,
nietos, trabajo y amigos con las penas y alegrías de la vida de casados.
Hasta que un día
descubren, con gran sorpresa, que ya han entrado en el colectivo de la tercera
edad. Y reaccionan ante esta realidad de forma muy diferente.
La actitud de Adam
es tan desesperada como su negación, buscando la fuente de la eterna juventud.
Por el contrario, Mary decide encarar la situación haciendo lo que mejor
sabe hacer: cuidar de su marido y su familia, pero sus ‘preparativos para
envejecer’, malévolamente cómicos, asustan a su familia y amigos.
El enfrentamiento
se hace inevitable y la separación también. Hijos, nietos, padres y amigos
intentan reconciliarlos. Pero, ¿no deberían dejar que la vida se encargara de
eso?
Julie Gavras
tiene una carrera labrada entre un documental (“Le corsaire, le
magicien, le voleur et les enfants”) y un largometraje con el que fue a Sundance (“La
culpa la tiene Fidel”). De momento el estigma de ser la hija de un
director en activo como Costa-Gavras, y
con una carreta tan consolidada sobre todo del cine político, sigue siendo
evidente. “Tres veces 20 años”,
pese a contar con un reparto internacional encabezado por William
Hurt e Isabella Rossellini,
dudo que haga cambiar en demasía dicha preconcebida percepción sobre la
cineasta. Me interesa, eso sí, su arranque y un par de planteamientos en la
puesta en escena. Desde ese plano que (nos) presenta a Mary (Rossellini),
esperando en la butaca del exterior de un auditorio escuchando los ecos de su
marido Adam (Hurt)
recogiendo un premio, hasta estar sola y rodeada de incubadoras en una sala de
maternidad como contraste generacional.
En teoría, “Tres veces 20
años” es una comedia romántica afrancesada, pero buscando
a las comedias románticas inglesas por su ubicación, lengua y envoltorio, que
camina y construye el mismo edificio que hemos visto, pisado, subido y bajado
en numerosas ocasiones. Se trata de distanciar a esa pareja para que ambos sean
conscientes de esa aceptación y negación de su nueva provecta condición.
Mientras que Adam
intenta buscar la juventud, Mary se
prepara para ser una anciana y quiere que su marido sea partícipe aunque tenga
que utilizar métodos sibilinos. Los clímax y anticlímax están marcados como en
toda comedia romántica con la separación y los intentos de sus tres hijos,
completamente distintos entre sí, por hallar la reconciliación de sus padres.
Entre los tanteos sexuales de Adam y Mary y
sus convulsiones en su incorporación a la tercera edad queda poco más que un
revolcón en la hierba ante una premisa mal desarrollada. Realmente la historia
es un homenaje encubierto de Julie Gavras a la
figura de su padre cuando fue homenajeado por el vigésimo cuarto aniversario de “Z” y se
juntaron los factores de todo creador cuando llega al final de su obra. Tal vez
la elección de un arquitecto para representar a un director de cine no sea del
todo correcta o no esté bien trasladada a esta película. En este caso el
arquitecto, Adam,
tienen que lidiar con dos proyectos que delimitan su propia vida en la
actualidad: por obligación tienen que diseñar un geriátrico… pero como
debilidad pasional ayuda a unos jóvenes a levantar un museo. El contraste y la
metáfora son obvios, como que Mary
quiere colaborar con las ‘Panteras Grises’, un
grupo que existen en la realidad en algunos países y que luchan por los
derechos de la tercera edad. De nuevo, ese contraste y la obviedad se instauran
en la película como reiteración de un lugar común a todos los mortales. Tal vez
a “Tres
veces 20 años” le falle la perspectiva o la capacidad de
sorprender en algo que, como en la vida, hay que llegar para entender.
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