Mi Gitana (1x03): La historia juzgará a Isabel Pantoja y a esta serie

Telecinco completa con su tercer capítulo el final de una mini-serie-tv-movie que ha impactado a nuestros encéfalos con sus aspectos chanantes y detonantes de comedia involuntaria. ¡Viva La Pantoja! Perdón, esta Pantoja. Entre looks gráciles, pérdida de peso, aumento de cabello y bello… que te quiero bello (verde no, por favor). “Mi Gitana” se ha convertido en “Mi Pantoja”. Brutal ventosidad de risas con arrestos y operaciones Malayas en perspectiva final. Lo bonito de esta serie, que ha engrandecido nuestra televisión (a costa de enmudecer y empequeñecer nuestros cerebros), es que los personajes principales siguen vivos y se han convertido en cátodos espectrales al otro lado de la pantalla oscura. Puede #Vigalondotróspido arrase en Twitter pero #migitana hará historia (cerebral y cortical). La historia les juzgará… aunque, antes, a su protagonista en la vida real.

Una notificación por correo certificado desde los juzgados recibida por Mayte Zaldivar da el pistoletazo mortal de salida al último capítulo de “Mi gitana”. Es la demanda de separación recibida en plan Norman Bates. Chanante y total. La nueva pareja, Julián Muñoz e Isabel Pantoja, buscan pisito-picadero y da a parar con un piso monumental al que apodan My Gypsy (en inglés siempre ha sido más fino incluso vestido de verde). Pero al destapar públicamente su amor Gil, El Padrino, quiere desterrar a Julián Muñoz para que no se centren en sus acciones irregulares en territorio marbellí. Pero, antes, la frase del Siglo XXIII (allí se la reconocerá toda su indescriptible belleza a día de hoy).

—Gitana, ¿tú me quieres?
—Más que a mí.

¡Acusada!

Cuando Julián Muñoz llega al ayuntamiento se encuentra a Tony Soprano en forma en el cuerpo de Jesús Gil… y su sicario, Roca, que nos indica que ser alcalde es de tontos. Mayte Zaldivar va a la televisión pero es perseguida por sus recuerdos en unos flashbacks chanantes en blanco y negro de bidel y un cubata sin mezclar. Desgarros de mujer, amor en vena y Guardia Civil. ¡Vaya menú! Juicio por malversación de fondos a la vista e insinceridad. La Pantoja pagará todo (incluida su carísima casa apodada Mi Gitana) pero el dinero vendrá de otro. Mayte Zaldivar tampoco pierde el tiempo y chantajea a Julián por su silencio con una cantidad suculenta de dinero a su cuenta de Gibraltar.

Julián quiere llevar los pantalones

Julián Muñoz se entera de una conspiración al expulsar a Roca del ayuntamiento. Se enfrenta a una moción de censura por ediles comprados por Jesús Gil. El enfrentamiento parece resolverse primero en el ayuntamiento, con una agónica espera de La Pantoja como si estuviera en la plaza de toros, y después en Salsa Rosa (en off). Con todo lo anterior, deben huir de Marbella pero Paquirrín quiere quedarse jugando a la playstation. Entre la dieta de Paquirrín, el crece-pelo de Paquirrín, la niña filipina, bolsas de basura llenas de dinero entrando en escena en blanco y negro de titanlux y Fosky al canto... mi estómago no da más de sí… Ah, la pastilla y Argentina como escape criminal y profesional. Pero la pena e investigación judicial llega a todos… Incluso a Isabel Pantoja a la que no le salva ni la claustrofobia ni no saber nada ni nada de nada de la nada de lo que fue nada… ¡Hoy quiero confesar! Bueno, hoy, hoy... El final de ecos solemnes y trágicos con Julián y Pantoja separados. Ella de negro, de luto en conserva y echando a Julián como a Encarna, Maria del Nabo, Diego Gómez… Al final se echa a sí misma… ¡Qué ecos tróspidos! ¡Qué gitana! ¡Qué se suba al escenario antes que se caiga o la encierren en una prisión y tiren la llave! Porque ese «¿¡No tenéis nada mejor que hacer!?» de La Pantoja va directo al subconsciente de los espectadores de #migitana.

Amor fatal...