“El niño de la bicicleta”
(2011)
EEUU
Director: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne
Título original: Le gamin au vélo
Sinopsis (Filmaffinity):
Cyril,
un niño de once años, se escapa del hogar de acogida, donde su padre lo dejó
después de prometerle que volvería a buscarlo. Lo que Cyril se propone es encontrarlo. Después de llamar en vano a la
puerta del apartamento donde vivían, para eludir la persecución del personal
del hospicio, se refugia en un gabinete médico y se echa en brazos de una joven
sentada en la sala de espera. Así es como, por pura casualidad, conoce a Samantha, una peluquera que le permite
quedarse con ella los fines de semana.
Puede que
aparentemente los Dardenne nos
cuenten en “El niño de la bicicleta”
el mismo cuento que en “La promesa”,
“Rosetta”, “El hijo”, “El niño” con
esos personajes que parecen sacados de la calle y transportados a la pantalla
donde les observamos, donde contemplamos sus objetivos definidos y que harán
todo lo posible por conseguirlos… Esta vez un niño quiere volver a encontrarse
con su padre aunque de sendas previas de no querer saber nada de él. Esa
pérdida del cordón umbilical le resulta inadmisible y la bicicleta actúa como
metáfora de ese único nexo de unión que queda entre ambos. Su pedaleo es su
propio corazón…
Los nuevos nexos digitales de unión |
Precisamente “El niño de la bicicleta” trata del
amor… como único modo de vivir. Y es un abrazo, en la ausencia del amor
paternal y cuando está más alejado de él, lo que hace encontrar una nueva
madre, un nuevo motor existencial. Pero los actos que comete ese niño y su
testarudez pueden llegar a extremos de tolerancia de la audiencia que sigue sus
tambaleantes e imprecisos pedaleos por la vida. ¿Le entendemos o le queremos
entender? Tal vez los golpes de una amarga existencia lleven a las personas a
intentar aferrarse a los vínculos que establecen con otros individuos, en agradarles
para conseguir lo que ellos piensan que es el único amor que pueden conocer.
Así, los Dardenne parece contarnos
una fábula con hada (Cécile De France
puede ser la primera estrella que habita en su filmografía), con lobo y
cazadores…
El hada y el chico |
En esta película la
vida es un pedaleo y la puesta en escena, al igual que sucedía con un personaje
como Rosseta, es hacer que su
personaje principal queda atrapado, asfixiado y sin aire en esos planos cortos
que siguen su frenético ritmo. La amplitud aquí de un plano es la dilatación de
la propia vida. De tomar aire en un mundo hostil. La diferencia es que “El niño de la bicicleta” acaba como un
cuento donde el espectador ofrece y reflexiona su propia moraleja en unos
minutos de incertidumbre (*).
(*) La varita que emplea el hada es aquí la llamada a través de un móvil a su príncipe caído y postrado ante la muerte. Los tiempos cambian y nuestras pulsaciones, también.
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