2011
España
Director: Isaki Lacuesta
Sinopsis (Página Oficial):
La mejor forma de huir de tus perseguidores sin dejar rastro es caminar
hacia atrás, sobre tus propias huellas. Eso creía François Augiéras, que cubrió de pinturas un búnker militar en el
desierto, y luego lo dejó hundirse en la arena para que nadie lo encontrara
hasta el siglo XXI.
¿Pero quién es Augiéras?
¿Legionario, pintor, escritor, pistolero, santo, ladrón, diablo o una mezcla de
todo ello?
«Voy de metamorfosis en metamorfosis con el propósito de abrazar todos mis dobles hasta encontrarme un día solo. De vida en vida, de muerte en muerte, existiré para siempre»François Augiéras
No pretendo dar una explicación de la película pero sí
aportar mi punto de vista sobre la polémica generada con la reciente Concha de
Oro. La película nace durante la filmación del documental sobre Miquel Barceló, “El cuaderno de barro”, ya que surge la
figura de François Augiéras y forma
posiblemente la capa principal de todo el recorrido de esa cinta de aventuras excéntricas
que propone Isaki Lacuesta. El
director prefirió confinar la parte de documental sobre el estudio que tiene el
pintor en Malí y que no se había mostrado antes y llevar la parte más ficcional
a “Los pasos dobles”, aunque bebe de
un estilo documentalista y de los cuadros del propio Barceló y Augiéras.
Pese a que la película es una cinta de aventuras con un
tesoro y varios aventureros en busca del mismo se inspira en la vida de Augiéras. Nunca llegó a conocer a su
padre, se alistó en la marina y fue influenciado por su tío, un coronel
retirado, definido como un personaje extraño que vivía en un museo y fortaleza
en pleno desierto. Augiéras, que detestaba
la capital, encontró en África el lugar donde entregar su obra maestra y así
nació la leyenda de ese búnker, panteón, cripta y tumba, donde la confinó para
los hombres del futuro. Uno de sus biógrafos escribió:
«Augiéras vibraba al unísono del paisaje salvaje. Se identificaba con el árbol, con el pájaro, la escollera, el meandro de las aguas: como el hombre primitivo, él sabía escuchar a la naturaleza y recibir a cambio el lenguaje de un mundo revitalizado por el espíritu».
Más que inspirarse en “Una historia inmortal” de Welles la película de Lacuesta propone un acertijo sobre los
mitos y leyendas, sobre su creación ya sea por el azar (como esas termitas que
devoran una obra para inspirar y generar otra) o por los pequeños fragmentos
diversos que las componen. Y así el director propone un western bizarro e
insólito aderezado con aventuras, surrealismo, mucha metáfora y simbología que
se traza en tres líneas narrativas que aportan esas facetas de la vida de Augiéras: «Legionario, pintor,
escritor, pistolero, santo, ladrón, diablo o una mezcla de todo lo anterior…». También está
influenciada por cintas en Super8 filmadas durante los años cincuenta por François Augiéras donde aparecía armado
con un rifle, disparando a sus propios cuadros, preparando emboscadas en la
cumbre de un desfiladero, intentando caminar sobre las aguas de un río,
imitando películas de bandoleros…. Las tres líneas quieren trazar, ya sea por la similitud o el contraste, la vida del
pintor y se articulan sobre la figura de Barceló, los matices y
metamorfosis de Augiéras mediante una ficción con actores no profesionales
africanos donde vemos ese legionario, pistolero, ladrón, santo y que acaba como un diablo
eremita incomprendido por los hombres de su tiempo y, finalmente, una línea en la narración que
nos sumerge en la aventura de encontrar el tesoro que yace en ese bunker por los
hombres del futuro. Las leyendas no existen en la realidad salvo por la vida
que les insuflamos el resto a través del tiempo. El relevo de la
leyenda, que dibuja un lienzo sobre el que otros seguirán pintando, que otros
borrarán, para que otros sigan pintando. Somos las termitas que devoran y que engendran nuevas leyendas.
Arturo Ripstein, al no resultar
premiado, ha calificado al jurado de lamentable. No ha sido el único. Viendo la
vorágine de odio que ha engendrado los pataleos y opiniones más viles, negativas y llenas de ira
caídas en el filme más polémico del 59º Festival de San Sebastián sólo cabe
preguntarse sobre las limitaciones, para nada democráticas, en los festivales de
cine. Por regla general se otorga un premio principal por un jurado, otro de la
crítica y/o prensa especializada que lo cubre conocido como Fipresci y, finalmente, uno que es
opcional: el del público. Lo normal es que ninguno de los tres coincidan y
muchas veces apunten hacia destinos completamente opuestos. Siempre ha sido
así; nos guste o no el jurado es responsable de su premio, como la crítica y el
público de los suyos.
Tal vez Lacuesta tenía
que haber encerrado su obra, ante esa ‘inaceptación’ de su película por el gran
público, para un espectador del futuro. Ése del que hablaba Jaime Rosales con su masacrada y
excelente película “Tiro en la cabeza”.
Aunque el público del mundo actual es lo suficientemente inteligente para
elegir entre las numerosas películas que nos propone el director de “La leyenda del tiempo”: existe un
western inclasificable, una cinta de aventuras sobre el secreto de un pintor
que es leyenda, las ambivalencias y equivalencias de Augiéras y Barceló, y al parecer y contrario a lo que pretendía el director, un
terrible bodrio causante del mal universal. Por desgracia para “Los pasos dobles” gran parte del
público ha ido directamente a la última opción.
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