El 24 de diciembre es un momento perfecto para recordar una serie, “Juego de Tronos”, que demuestra que nuestras broncas y reconciliaciones familiares de la cena de Nochebuena son simples minucias. El Invierno vuelve... pronto...
Las
series de ficción que quieren perdurar en la actualidad se escriben a Fuego y Sangre, con el aliento del
dragón, la fiereza del rugido de un león y la agilidad de un lobo hambriento dispuestos
a atraparnos en sus fauces. Sí, estábamos hambrientos de una adaptación
de George R.R. Martin y de su inconclusa a día de hoy “Canción de Hielo y Fuego”. ¡Abran camino al Rey! Los Lisiados, Bastardos y
Cosas Rotas esperan. Siete Reinos, numerosos
personajes para nada secundarios, localizaciones distantes y un trono por
poseer. “Game of Thrones” nos
enseña personajes sibilinos, cegados por el valor y capaces de asesinar con
lengua y sin espada afilada que valga. Lobos y Leones, Enanos, Bastardos e Hija del Dragón.
La
serie, como adaptación, se resume en una secuencia de alto contenido sexual en
el prostíbulo de Petyr Baelish, más
conocido como Meñique, en el que dos
prostitutas simulan todo tipos de posiciones y posturas para representar un
trabajo entre uno de sus clientes jugando ambas con sus respectivos roles.
Mientras practican sexo oral y se sodomizan Meñique se desnuda pero no para unirse a la fiesta erótica y
lasciva sino para desnudarse ante el espectador. Habla de su pasado y del amor
que profesa a una mujer, de sus aspiraciones, de sus debilidades y sus metas.
Habla de poder y de un Trono sobre el que orbitan el resto de poderosos y
ambiciosos protagonistas mientras observa impasible la secuencia de simulación
y actuación (y seguramente sin ninguna erección salvo pensar en ‘follarse’ a
sus enemigos en el otro sentido traicionero de la palabra). Todo trata de un
interior y una actuación, de fingir y no mostrar nada de lo que uno pretende
realmente. Ese es el Juego de Tronos en el que uno puede Ganar o Morir, en el
uno puede Perder o Perecer. Posiblemente una secuencia que nos presenta
definitivamente a uno de los secundarios protagonistas sea la que mejor
funcione como adaptación a la pantalla que cada vez se hace más grande. Y es
ahí donde la violencia y alto contenido sexual emerge con nueva simbiosis
visual en el terreno de la representación televisiva: un gran teatro guiñolesco
con tendencia a lo excesivo como arrebato frente a la competencia cada vez más
mojigata y censurada a tijera de la gran pantalla.
EL Invierno y el Infierno son (para) los Demás |
A la HBO le
faltaba esta serie… Porque tenía el talento por saturación de épocas, creadores
y genialidad en series que han marcado escuela de religiosidad. Pero pese a
tanto gozo y orgasmos que había provocado le quedaba una serie. El material de George
R. R. Martin se
ha convertido por méritos propios en el indicado para conseguir copiosas
temporadas en un territorio poco explorado. Me temo que el deseo real de la HBO
es tener su particular Trono de
la Comic-Con por encima de “Heroes”,
“Lost” o “Battlestar
Galactica” . El Invierno se acerca
peligrosamente… para la competencia, claro.
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