Juego de Tronos (1x06) A Golden Crown: Una Corona de Oro

“Juego de Tronos” tiene que confirmar sus valores de serie reveladora frente a la competencia en estos tiempos de puñaladas traperas. Puntos a favor: es única en su especie y tiene un target deseoso de sus aventuras vividas anteriormente en papel.   Puntos en contra: ¿dónde esta últimamente uno de los protagonistas indiscutibles de “La canción de Hielo y Fuego”? Hablo de Jon Nieve, nuestro bastardo favorito. ¿Dónde están los lobos huargos incuestionables protagonistas del primer libro de la saga de George R.R. Martin y escudo de los Stark? De momento, son dos puntitos negros en una luminosa visión y serie de futuro. “A Golden Crown” es el sexto episodio de la primera temporada producida por la todopoderosa HBO y con el respaldo de gente tan importante como David Benioff y D.B. Weissñ Todo bajo la atenta mirada  del propio George R. R. Martin, ese nuevo Tolkien del que todo el mundo habla, del que todo el mundo lee y del que todo el mundo admira su talento para conducirnos a una de las series significativas de este año.

Ned Stark es el gran pringado de la serie. La Mano del Rey recoge la mierda que el Rey caga y es el currito del presidente, por así decirlo. Ahora el pobre se tiene que hacer cargo de todas las responsabilidades del Rey Robert mientas éste acude a una cacería con el enemigo. Si tenía algún aliado familiar como Renly Baratheon lo pierde por su bocaza. Que le echen vino y Lannisters porque todo huele aquí a chamusquina. Ah, qué viejos tiempos los hacer un ocho y terminarlo en el Tridente. Qué tiempos de guerra y odio, de rencor heredado por esos aspirantes jóvenes al Juego de Tronos. Mientras tanto, Eddard tiene que lidiar con actos tremendos en los Siete Reinos y emitir un decreto. Eso sí la rencorosa Cersei Lannister que se erige como villana absoluta le perdona el golpe que le propina su marido y Rey tras indicarle vilmente eso de «Yo debería vestir la armadura y tú el vestido».  El Señor de Invernalia tendrá que tragar y arreglar el entuerto para evitar una guerra y que se espanten las meretrices hacía mejores mercados. Joffrey pide perdón a Sansa con un beso y una flor y Eddard descubre el fregado y prueba del delito en forma de pelo negro.

Desconfianza Familiar

Un Lannister siempre paga sus deudas y la que tiene nuestro gnomo favorito es darnos una ración de diálogos geniales en cada episodio. Otro factor memorable del episodio es el monólogo que se marca Tyrion Lannister en el Nido de Águilas ante una Lysa loca-tarumba. El enano es el personaje con la mejor lengua de la serie y sabe defenderse para orquestar tramas bajo el mandato de su sobresaliente inteligencia aunque tenga que combatir con rivales de nulo cerebro como Mord, su carcelero. Es momento de confesar:

«Mis crímenes y pecados son incontables. He mentido y engañado… he apostado y he estado con putas. No soy particularmente bueno con la violencia, pero soy bueno convenciendo a otros a ser violentos por mí. Quiere que sea más específico, supongo. Cuando tenía siete años vi a una sirvienta tomando un baño en el río. Le robé su ropa. Se vio obligada a regresar al castillo desnuda y llorando. Si cierro los ojos, aún puedo ver sus tetas botando.

Cuando tenía diez llené las botas de mi tío de mierda de cabra. Cuando fui acusado, culpé a un escudero. El pobre chico fue azotado y yo escapé de la justicia. 

Cuando tenía doce años ordeñé mi anguila en una olla de guiso de tortuga. Azoté a la serpiente de un ojo. Pelé mi salchicha. Hice llorar al hombre calvo… en el estofado de tortuga, que creo que mi hermana comió. Al menos espero que lo hiciera. 

Una vez metí un asno y un panal de abejas en un burdel...  

¿Qué creéis que estáis haciendo?  

Confesando mis crímenes.»

Peligro de caer antes de subir

Resolución ante la broma: juicio por combate y mercenario sibilino. Poco importa el honor en “Juegos de Tronos”: ganar o morir. Por supuesto el mejor y más noble guerrero no siempre gana y acaba desangrado y en caída libre. Las leyes de la gravedad de Poniente admiten la inteligencia y la rapidez por encima del peso de la armadura.

Ser o no ser Dragón

¿Daenerys nos tiene hasta los huevos? En absoluto, aunque vaya con sus huevos de dragón a todas partes ella es una dragona, una auténtica Reina capaz de asolar y derretir con sus ojos a cualquier tipo de audiencia. En este episodio vemos su capacidad para aguantar altas temperaturas porque los auténticos dragones soportan el fuego más fatuo y devastador.  El semental que montará el mundo es el guía golpe de corazón y odio devastador de su hermano Viserys, que por fin recibe su pago de parte de Khal Drogo montando un cirio tremendo al llevar una espada en una celebración en Vaes Dothrak. Ser Jorah Mormont intenta evitarlo pero la corona está caliente y en preparación. Horneada y lista. Al punto. Una corona para el Rey. Aunque la prueba del delito no se trata de creérselo sino de serlo. De ser un dragón porque el fuego no mata a un dragón. Adiós, Viserys.