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martes, 5 de abril de 2011

Gordos / AzulOscuroCasiNegro: Subidas y Bajadas desde un DebutOscuroCasiNegro

“Gordos” se podría resumir en una película de subidas y bajadas que tantea con la comedia dramática bajo designios románticos. Parece que uno de los grandes defectos de los guionistas de este país es sentirse muy cómodos con la comedia dramática al tener ‘pluma’ libre para trazar frases a conveniencia. Daniel Sánchez Arévalo tendió posteriormente en “Primos” hacía la comedia sencilla y su debut, “AzulOscuroCasiNegro”, se guiaba del dramatismo sin riesgo bajo el criterio de personajes llamativos. Es, por lo tanto, y debe ser vista “Gordos” como ese enlace entre ambas y, posiblemente, su película más incompleta y sugerente al mismo tiempo. Vista como una dieta no es más que una sucesión y suma de cortometrajes, con cinco secuencias de montaje por día y con voz en off como único líquido que manifiestan pluma y talento, aunque también esperpento por desigualdad y alevosía arrítmica. Hubo madurez innata en el debutante Daniel Sánchez Arévalo. Se notaba que llevaba tiempo formándose con cortometrajes, guiones para series de televisión y por fin su ópera prima, “AzulOscuroCasiNegro”, con muy buena acogida en el festival de Málaga. No hay que engañarse por mucho que su título parezca diferente, “AzulOscuroCasiNegro” resultaba típica e intenta ser distinta en la manera de contarla y mostrarla.

Esa anti-diferencia bajo el mandato de lo diferente se ensalza en el gancho publicitario: ‘Todos llevamos uno dentro’. Se refiere a un gordo. A mí me gustar comer y devorar cine pero “Gordos”, vista como comida y aparte de la que nos esculpen en el cartel como ‘pizza’ y ‘chocolate’ en el menú, aparece ‘culpa, deseo, miedo, familia, sexo y amor’. Y parece que ese es el guión y estructura de esas cinco historias que se unifican en un grupo de terapia para obesos. Ni siquiera el monitor está exento de cierta dicotomía con una ‘gorda’, por embarazo, en casa. Esa gestión de la creación para volver a su origen parece el fundamento del cineasta y es precisamente ese último rasgo, el amor, lo que parece salvar a sus personajes en un mundo que no ve bien la gordura, pese a ser el pan de cada día. O el pan del pasado ya que todo parecía indicar en su debut que simplemente su único objetivo era “someterse” a la “industria” española y aportar su granito de arena. El granito en cuestión, resultaba aceptable y brillante visualmente en su arranque y desenlace. La historia bajo el influjo de Murnau (“El último”) retrata esa obsesión por ese traje (azul oscuro casi negro) que lo simboliza todo en la vida del protagonista. En un escape de lo que le ha tocado vivir y su inconformismo se inicia un viaje hacía la madurez, donde se incluyen ciertos detalles de humor gracias a la trama que origina su amigo y su lado voyeur.


Currículum a currículum, entrevista a entrevista, bis a bis, se descubren los personajes: un puñado de inconformistas soñadores, unos fracasados con futuro incierto que consiguen algo difícil: despiertan la atención del espectador y que se interese por ellos. Se nota que sobran algunas secuencias, que algunos detalles son redundantes y los personajes resultan demasiado ingenuos y discursivos. No resulta creíble si eso es lo que pretendía, pero “AzulOscuroCasiNegro” es vistosa y ligeramente diferente aunque sin arriesgar prácticamente nada.


“Gordos” no es una película ni terapia de adelgazamiento porque todo consiste en psicología metódica que busca los motivos por los que se produce el problema no físico sino espiritual y subjetivo. ¿Por qué no estar gordo si uno es feliz? Esas propias subidas y bajadas, esfuerzo por sobrepasar y recaer es un ciclo que se manifiesta en la propia vida sentimental de los protagonistas que trasladan sus problemas a la nevera.

Daniel Sánchez Arévalo nos habla de dudas sexuales, tendencias afectivas, de amores nunca resueltos y enigmas metafísicos entre michelines y sexo entre comensales. El menú no es demasiado legible pero por variedad parece durar lo suficientemente el en estómago para aguantar el día o sus dos horas de duración.

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