Seré lo más breve y conciso posible: esta mañana me he metido una hostia en los tornos del Cercanías Renfe tan absurda como previsible. Por supuesto he contado a mis compañeras de trabajo que había sido atacado con bates de béisbol por una facción local rebelde que reclama que la capital del universo sea Getafe. No se lo han creído. Así que compartiré con el lector de este texto la historia traumática y sumamente deshonrosa que he vivido. Hasta los bastardos tenemos un límite para el dolor y la vergüenza y creo haberlo sobrepasado y sobreexcitado con creces. Comienza una terrible historia que a nivel cinematográfico no se asemeja en absoluto con al gayerismo-gafapasta de “La caída de los dioses” de Luchino Visconti. Mucho menos con la caidita de Roma o “La caída del Imperio Romano” de Anthony Mann ni tampoco con “Más dura será la caída” de Mark Robson aunque caí en sito duro. Digamos que cualquier parecido con la ficción es mera coincidencia con un cruce “Matrix” y “El maquinista de la general” con macro-dosis de comedia basuril americana.
Todo tiene un origen y un principio. El de esta caída e historia bastarda se remonta a la una y media de la mañana del día anterior. Hubo un apagón… pero un apagón de verdad y de los buenos. El motivo está sin esclarecer aunque teniendo en cuenta que un demonio ‘sub-normal’ provocaba como mucho un apagón en una casa, para poseer a una tipa que le debía un niño en “Subnormal Activity 2”, el de ayer sería Satanás en persona que venía a castigarme por mofarme del mal en cantidades ‘sub-normal’ cinematográficas. Ese apagón sumado y sumido a la crisis bacteriológica y/o alérgica que estoy sufriendo en los últimos días provocó que mi sueño esta noche fuera como el de Jennifer Aniston antes de la entrega de los premios Razzies de este año. Tan malo fue que hoy, todavía antes del amanecer y antes de coger el tren, viera mi tragedia al ver entrar el mismo en el andén en la distancia.
LUGAR DE LOS HECHOS... PERO ERA DE NOCHE |
Tocaba correr y estaba vez con mucho menos tiempo. ¿Que, por qué corro? En mundo competitivo uno tiene que estar al día y más si es bastardo… aunque vaya con un adelanto horario de media hora en el transporte público. No había ni una milésima de segundo ni momento de sacar el abono transporte porque llegaba el salto Sinde o sumido en la ilegalidad (pese a pagar casi 60 euros al mes). Sabía que llegaba siempre y cuando la puerta de acceso metálica, que se encontraba a la derecha de los tornos, estuviera abierta. Es de color rojo aunque no pretende ser una metáfora de los supuestos colores de una ministra. El intento fallido de otro aspirante a acceder a los vagones me avisó que tocaba saltar si quería llegar… Él lo hizo perfectamente pero un bastardo y servidor, al apoyarse sobre ese alargado y encumbrado pasillo metálico, se dio cuenta inmediata que no lo conseguiría. La fatiga y el tiempo detenido, en plan bullet time, hizo que me quedase suspendido en el espacio tiempo para caer con la rodilla derecha en ese mismo sitio. En ese instante, para evitar el ridículo nacional, levanté mi cara hacía los sonrientes rostros que se encontraban en el interior del tren y les dije:
“¿Queréis casaros conmigo”
No hubo respuesta después ni durante el trayecto.
FOTO RECIENTE DEL LUGAR DE LOS HECHOS |
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