Director: David Michôd
Australia
2010
Sinopsis (Oficial):
Tras morir su madre, Joshua ‘J’ Cody se va a vivir a Melbourne con sus tíos, con los que hasta ahora no ha tenido ningún tipo de contacto. Allí estará bajo la custodia de su abuela. Aunque se adaptará rápidamente a su nueva vida, no tardará en descubrir que este mundo es mucho más peligroso de lo que nunca había imaginado. Un policía, Nathan Leckie, debe atraer a ‘J’ para que sea su señuelo y poder protegerle de policías corruptos y de un submundo paranoico y vengativo. Para sobrevivir, ‘J’ deberá elegir qué lugar quiere ocupar dentro de este peligroso juego: estar con la familia o con la ley.
Crítica Bastarda:
Desde luego en Australia tienen claro su papel cinematográfico. En este caso la hoja es la conocida como ‘papel cebolla’… porque define perfectamente la revisión borrosa y completamente diferente de los géneros que retrata. Se ve y se intuye pero existe un filtro que hace aparentemente diferente lo traslúcido. Vimos esa revisión del western en “La propuesta”, el otro lado del falso documental, reinventando “Spellbound”, en “Razzle Dazzle: A Journey Into Dance”, la monster-movie de “El territorio de la bestia” llevando la bestia al territorio autóctono, de la animación en “Mary and Max” e incluso de la superproducción homónima “Australia”. Pequeñas porciones de cine que buscan dobles en géneros y patrones estandarizados por el cine norteamericano.“Animal Kingdom” parece revisitar “Mamá sangrienta” de Roger Corman con tendencias esclarecidas por el thriller americano contemporáneo. Se nos presenta el retrato de una familia criminal fomentada en el matriarcado y poder una figura de aparente sonrisa sibilina y capaz de realizar lo que sea para defender su manada.
El filme y ópera prima en formato largo de David Michôd nos habla de los bajos fondos mediante la analogía de la especie carnívora y selva repleta de leones. Un nuevo familiar llega a la manada, ‘J’, cuya madre huyó lejos de la estirpe y maldición familiar pero cayó víctima de la sobredosis de heroína. Desde la presentación nos hablan de la dureza e insensibilidad de estos animales depredadores aunque no nos muestran sus crímenes salvo en fotos de unos títulos de crédito. La caza acabó pero no la cena de esa carnaza que tiñen sus dientes de sangre… ‘J’ realmente es una gacela que se ve inmersa en un mundo que no le corresponde y tiene dos opciones: convertirse en león o dejar en manos de unos cazadores, más furtivos que legales, llamados policía el futuro del clan familiar. “Animal Kingdom” recrea el suspense por lo impredecible en dilatados tiempos de exposición que traspasan la barrera de la promiscuidad narrativa. Los giros se sustentan como nueva vía de evolución del guión y se intuye cierto grado de talento en la dirección de las imágenes encastradas en notables secuencias de género. Hay reglas y normas en ese mundo: hay que lavarse las manos después de acudir al retrete… y, por supuesto, cometer un crimen. La moralidad existe pero el miedo al ser mayor acaba por apagar cualquier atisbo sentimental.
Tal vez el mayor pecado sea la irregularidad por buscar premeditadamente el punto de giro… a veces se intenta hallar algo tan imprevisible en cada secuencia que habita lo predecible. Posiblemente se trate del exceso de visionados a documentales de depredadores con pieles de corderos e insectos que deciden imitar a sus depredadores para sobrevivir. Aquí hay buen cine, animales y gánsteres con leona, madre y reina. La naturaleza nos guía y esta jauría humana, con una sobrenatural líder de la manada interpretada por Jacki Weaver, no queda exenta. “Animal Kingdom” nos habla de la genética criminal con ánimo de durar, revivir y vivir en tiempos y ecosistemas adversos.
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