Páginas Bastardas

lunes, 30 de agosto de 2010

Sueños, Pasado y Futuro

Tengo una raja en el dedo índice que me hace sentir las letras de estas palabras en mi mano izquierda. La yema quebrada hace que me replanté si mi memoria tiene un objetivo práctico porque en este caso es escurridiza y esquiva al recuerdo. Me cuesta recordar completamente el pasado y envidio a esos narradores en primera persona que tienen una memoria fotográfica y consiguen evocar el número de motas de polvo de una mesa y  hasta el color de las cortinas de una habitación perdida y vista fugazmente. Yo, por el contrario, no consigo completar el recuerdo completo de lo que ocurrió el pasado lunes 5 de julio por la mañana, antes de ir a trabajar. Era lunes, de eso estoy seguro. Tal vez se deba a que el sueño quedó confundido y aplastado por la realidad pero, pese a esa lenta desaparición digna de paradojas temporales a lo “Regreso al futuro”, seguía retozando y emergiendo en la viva realidad. ¿Soñaba despierto o desperté soñando?



¿Cómo empezar algo que no sé dónde comienza? Todo se inicia posiblemente en esa yema de dedo que todavía no estaba rajada y que sujetaba días antes un móvil. No utilizo despertadores que parezcan avisos sonoros de bombardeo (lo son todos digan lo que digan) y el Casio quedó encerrado en algún escondite sin puerta ni llave. 
Marcaba unos números que no eran otros que los de la alarma que uso como despertador. Días antes hubo otro cambio en la hora del despertador del móvil. La primera fue provocada por una necesidad imperiosa de cubrir todo el tiempo de un domingo disponible. La segunda fue instaurada gracias a la huelga de Metro ya que era necesario ajustar, más si cabe, el tiempo disponible para llegar en transporte público.

Numéricamente la hora del reloj permanecía prácticamente perpetua a las 6:00… pero la huelga provocó que el cambio fuera a las 5:55… y el ‘madrugón’ dominguero ser realizará a las 10:00. Cuando el cambio definitivo, la tarde previa a ese desacertado madrugón, se produjo con el dedo dañado siguió las instrucciones de un órgano condenado a jugar con nuestro destino. No es otro que el cerebro. Aquella actividad neuronal mezclo días, horas y minutos en una coctelera para probar qué puede suceder en un cambio de actividad. Eso es, que la hora cambió en el móvil, de cerebro a dedos, a las 6:55; hora redonda, siendo inconsciente de que la hora que marcaba era totalmente incorrecta. Era domingo, de eso estoy seguro.



El lunes recuerdo que al levantar seguía teniendo sueño… pero al ver que la luz inundaba las capas de las ventanas y sus persianas comprendí que esa no era mi hora ni mi instante. No sé porqué fui a ver el reloj de la cocina como si quisiera contrastar la información quimérica que seguía llegando a mi cerebro. Entré en el baño y me miré en el espejo. Aquel ser destartalado y desorientado que intentaba comprender todo aquello que estaba sucediendo no era otro que yo. Y generalmente mejoro mi aspecto físico a límites insospechados en mis sueños por lo que me percaté en ese momento, ante la fealdad del reflejo, que estaba despierto. Y vi en el rebote de mi imagen como mi mano retornaba al móvil para pulsar de nuevo una secuencia de instrucciones. Había Plan B… A esa hora no llegaba a tiempo a trabajar. Posiblemente alguno de ustedes se ha quedado dormido o finge estarlo y alarga esa cuenta atrás suspendida en el tiempo para retozar en las sábanas, pero realmente no era mi caso sino que seguía las instrucciones precisas de mi despertador. Nunca en mi vida laboral he llegado tarde por quedarme dormido… y esta vez no podía romperse ese ‘nunca’. Fiel a mi promesa personal llamaba a otra persona, una compañera de trabajo… aunque no sabía si contestaría o se encontraría de vacaciones.

Atendió mi llamada y quedé con ella.



Las calles eran solitarias y era de día aunque el sol todavía era esquivo a inundarlas. Seguí una estela perdida pero me desvié completamente reduciendo la cuenta atrás pero alargando la distancia. Primero, porque instintivamente eludí la ruta más corta pensando que atravesar un paseo de la universidad en el mes en el que me encontraba era simplemente erróneo. El acceso se encontraría cerrado. Segundo, la anoche anterior había visto “The Final Countdown”, episodio de la última temporada de  “The IT Crowd”, y me vi reflejado en él… Iba a encontrarme con alguien pero no deseaba dar explicaciones. No tenía tiempo. Cambié de ruta para evitar el encuentro pero, al parecer, la persona en cuestión es tan lenta caminando que le adelanté, cual liebre a tortuga, aunque en la distancia tuvo que visualizar algo que cortaba el aire con forma y formato reconocible. No sé si asociaría esa imagen a mi persona. Seguí adelante y llegué sudoroso aunque mis axilas estaban totalmente secas gracias a un antitranspirante. No es product placement sino realidad contrastada.

Llegué al punto de encuentro pero en ese instante seguí pensando en esas pesadillas en las que estás plantando y sabes que no llegas a un sitio. Esos pocos minutos se convirtieron en horas dentro de mi cabeza y seguía resonando el sueño que había tenido. Todo seguía siendo extraño. Evocaba la imagen de mi persona en ese cristal o en un solitario jardín que tal vez formaba parte de mi sueño. 



Llegamos a tiempo y mi fiel promesa sigue firme aunque todas estas palabras están escritas en el pasado. La raja de la yema del dedo está cicatrizada aunque tengo un corte en el pulgar y no lo recuerdo.

Ahora mismo ha quedado inaugurado el lunes y me incorporo de mis vacaciones. No quiero dormirme. Tal vez toda la historia anterior y sueño de una noche previo me sirva de aviso, de ser y formar otro tipo distinto de despertador mental. Me gustaría investigar más en aquel sueño que olvidé cuando sonó el despertador y, sobre todo, seguir funcionando como un reloj. Si alguien tiene una grabadora-mental o conoce alguien que haga rebajas al hacer hipnosis que me lo comunique.

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