Páginas Bastardas

lunes, 5 de abril de 2010

Urbana y a mucha honra

“El malentendido es el camino hacia el Leyenda Urbana. El malentendido lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Veo mucha Leyenda Urbana en ti” - Vieja leyenda Urbana friki
Mis datos son totalmente seguros, proceden de fuentes fiables y confío plenamente en ellos” - Lydia Lozano
¿Cuál fue la primera leyenda urbana? Pero la verdadera pregunta sería: ¿por qué se las llama urbanas? Vamos a ver, ¿ha visto el Yeti, un fantasma paleto de carretera comarcal perdido de la muerte o un peludo hombre lobo campestre una ciudad o algo llamado urbe en su vida? Queda claro que son una letal enfermedad de transmisión sexual a lo herpes labial y que muchas veces nacen de malentendidos. El otro día alguien le dijo a una compañera “Ahí no hay quien se meta” y ella entendió “Hay mucho proxeneta”. Al día siguiente miles de puteros tomaron rumbo hacía la presunta localización sexual para encontrarse con una nueva leyenda (esta vez sí) urbana... o poligonera.

Mermelada y otras catástrofes... (urbanas)
Como si fueran cajas de preservativos las hay de todos los colores y sabores. Lo suyo, una vez hartos de escuchar paupérrimas variaciones, sería hacer refritos de varias de ellas o de todas a la vez con personajes famosos para ir renovándolas: El pene de Ana Obregón explotó cuando se subió en un avión junto Lady Gaga que a su vez se había operado las costillas flotantes para hacerse auto-mamadas con los hijos de Marilyn Manson, Amaral y Karmele Marchante. Todos ellos se dirigían a hacer un especial de “Aquellos maravillosos años” donde fueron protagonistas antes de ser abducidos. Una fuente muy fiable indica que pasarán por un programa de televisión para reivindicar que los perros no se inmolen antes de dar lametones a Ricky Martin antes de que todos ellos sufran un desgarro anal. Por ejemplo. Se podría hacer hasta un entretenido juego de mesa con las diferentes variaciones en plan etimológico: la mermelada se convierte en nocilla o en Adoquines del Pilar según nuestro índice de depravación.

Pero todo lo anterior es una simple coartada. Sí, una leyenda urbana o cortina de humo para tratar el verdadero tema central: ¿Qué ocurriría si te enterases que cosas que te han sucedido realmente son leyendas urbanas? Nadie, por supuesto, te creería. Yo, de pequeño, escuché en la radio lo de la señora que había demandado a la marca de microondas por no advertir en las instrucciones que no se podían meter gatos (entiendo húmedos) para secarlos. El gato acabaría como la reputación de John Cobra (otra leyenda urbana ya que nunca actuó en la gala sino un doble, todo el mundo lo sabe y sobre todo un amigo mío que es íntimo del doble).

Juro que no lo soñé (lo del Cobra no, lo del gato) y me llevé un ligero trauma al contemplar que figuraba en un libro de leyendas urbanas. Posiblemente la fuente era una de las que utiliza Lydia Lozano o el colectivo impone ideas que finalmente tenemos que explicar como leyendas. La triste idea de encontrarnos con que todo en lo que creemos está comprado o es una leyenda urbana hace que nuestros pilares ideológicos se tambaleen como silicona embutida a tres mil metros de altura. Así es la vida de las leyendas y más si son simplemente urbanas.

Entrenamiento Gatu-Jedi contra gilipollas

2 comentarios:

  1. En Derecho se estudia "tu leyenda urbana" del gato porque los norteamericanos son así de especiales en sus cosas...y, algunas, no todas, son verdad.

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  2. Pues entonces vaya M de leyenda urbana que es verdad y todo!

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