Páginas Bastardas

martes, 23 de abril de 2019

Juego de Tronos (8x02) A Knight of the Seven Kingdoms (Caballero de los Siete Reinos): Morir, olvidar


Tal vez seamos bastante exigentes con series como “Juego de Tronos” y valoremos el conjunto por los clímax y los sangrientos giros de guion. Si eligiéramos los mejores episodios de la serie de HBO la gran totalidad estaría compuesta por grandes y épicas batallas, masacres en bodas, muertes impactantes, ‘seasons finales’ y, por supuesto, combates apasionantes que pulvericen el corazón de la audiencia. Quizás The Door” (6x05) cambiara la anterior premisa como excepción de toda regla aunque, sin embargo, su impactante giro de guion fuera el motivo de su gran devoción y que sea considerado como una de las más brillantes aportaciones de la propuesta. En cierta medida, poco se suele valorar los temibles capítulos denominados de ‘transición’ y “A Knight of the Seven Kingdoms (Caballero de los Siete Reinos)” (8x02) da la impresión de ceñirse a la estructura tipo de un libreto que nos prepara para la esperada batalla entre los vivos y los muertos. El Rey de la Noche está aquí… aunque sabiamente los escritores y directores hayan apartado su figura y representación a la de su mención o llegada de su ejército. El segundo episodio de la octava y última temporada de “Game of Thrones” se presenta como la anticipación de un gran funeral, ya que somos conscientes de que en la venidera contienda van a morir muchos de los personajes principales y va a suponer el (¿gran o primer?) clímax de toda esta temporada final. Nos vamos a olvidar de Desembarco del Rey para guiarnos por ese leitmotiv primordial que no es otro que la propia supervivencia de los héroes que van a combatir con el Rey de la Noche. Pensemos en que el espectáculo deseaba quitar de la ecuación cualquier conspiración interna en Invernalia (adiós Meñique, ¿hola Bronn?) de cara a centrarse en esa batalla frente a la muerte personificada.

Nos interesa que en “A Knight of the Seven Kingdoms (Caballero de los Siete Reinos)” (8x02) se presente al Rey de la Noche como la personificación de la muerte y que su destino sea acabar con Bran como última ‘reencarnación’ del Cuervo de tres ojos. Al fin y al cabo, Bran representa la memoria de Poniente y la metáfora empleada de esa muerte (que camina) es el olvido implícito en sus actos. El episodio gira en torno a esa premisa y los personajes siguen todavía la estela de esos reencuentros (Jaime Lannister / Theon Greyjoy / Beric Dondarrion / Eddison Tollett / Tormund Matagigantes) del capítulo inaugural. Todavía quedaban demasiadas cosas que contar y nuestros protagonistas desean ponerse al día ante el inminente funeral que les aguarda. Que Arya y Gendry rompan la tensión sexual (armas, revelaciones sobre sangre real y encargos aparte) y que la joven Stark pierda su virginidad, es una clara representación de esa noche oscura simbolizada en la guerra en la que muchos de ellos perecerán. De este modo, el capítulo desea ‘liquidar’ todas las tramas presentes dejando un hilo para ese futuro que nos demora en los próximos episodios. ¿Qué ocurrirá con los supervivientes? 


Ese tiempo venidero es la esperanza para que se represente la disputa vigente entre el Norte y Daenerys Targaryen. La Rompedora de Cadenas es conocedora de que no puede llegar a ningún lado sin el apoyo de Invernalia y trata de atajar diferencias con Sansa Stark a través de todo aquello que une a ambas poderosas mujeres. Jon Snow es el punto de encuentro aunque pudiéramos seguir pensando es esa posible tensión sexual de Jon con Sansa. Nuestro héroe (¿el príncipe prometido?) parece estar ligado también al incesto (¿boda con su prima o tía?) pero, sin embargo, la ecuación da como resultado la aceptación de Daenerys de esa verdad que le va a ser revelada por el propio Jon antes de que comience la batalla. ¿Será capaz de sacrificar la Targaryen el Trono de Hierro en pos de la justicia poética y su propia sangre? En cierta medida, “A Knight of the Seven Kingdoms (Caballero de los Siete Reinos)” (8x02) nos presenta el ‘backstory’ de todos los protagonistas para dar sentido a sus actos presentes. Jaime Lannister, por ejemplo, tendrá que rendir cuentas ante los Stark (y esa frase con la que dio comienzo todo con la ‘caída’ de Bran) y los Targaryen siendo defendido por Brienne de Tarth y el honor que permitió que otros personajes pudiera sobrevivir. En cierta medida, “Game of Thrones” ha sido una caída de piezas de dominó para que los protagonistas que viven en la actualidad puedan afirmar su supervivencia gracias a la ayuda de otros. A fin de cuentas, el propio silencio de Bran sobre el acto cometido por el Matarreyes sintetiza la finalidad de los medios para derrotar al Rey de la Noche: Jaime no podrá pelear si es hombre muerto.


“A Knight of the Seven Kingdoms (Caballero de los Siete Reinos)” (8x02) va a ser utilizado por los escritores para completar ese nudo de encuentros como el propiciado por Jaime y Tyrion para, en paralelo, hablar de ese futuro que queda por descubrir. Ambos hermanos desconocen que Cersei ha enviado a un asesino para acabar con ellos y su embarazo es el motor posible de sus acciones traicioneras para vengarse de aquellos que han renegado de proteger a su descendiente. El episodio toma su título de la reconexión de Jaime y Brienne (Tormund completa con humor el manido triángulo) para que éste sirva bajo el mando del personaje interpretado por Gwendoline Christie. Asimismo, la idea es que Jaime devuelva el favor a Brienne nombrándola caballera en ese mundo en el que solo habitaban caballeros en los Siete Reinos hasta ese preciso momento. En cierta medida, el capítulo desea romper ese acto funerario que representa la llegada del Rey de la Noche con actos humanos y banales como ciertas reuniones donde la mortalidad se plasme en beber, cantar, reír e incluso amar. Sabemos que Bran se va a ofrecer como voluntario para atraer al Rey de la Noche a un lugar en el que pueda ser derrotado y acabar con la pesadilla e, inclusive, se nos muestra la posibilidad de vencerlo con fuego de dragón como posibilidad… no contemplada. También muchos de los protagonistas permanecerán en las criptas de Invernalia (Tyron y Sansa a la cabeza) y nos posicionan sobre ese futuro en el que los vivos decidirán su destino bajo el fulgor de la contienda (Theon, Sam o Lyanna Mormont) o protegiéndose de cara a una sangrienta batalla. Es curioso que Tyron se encarne como aquel ‘cerebro’ que pueda permanecer con vida tras la batalla frente al Rey de la Noche. El Lannister pidió a Brann que le contara ‘toda’ su historia para evitar el olvido que pudiera propagar esa representación de la muerte que camina. Incluso Missandei y Gusano Gris piensan en ese futuro juntos regresando a Naath, ya que en los Siete Reinos nunca encontrarán una verdadera felicidad. 


El episodio revela también al fuego como metáfora de la vida y juega con el distanciamiento/acercamiento de Sansa/Jon respecto a Daenerys Targaryen para revelar un venidero arco argumental. Si bien ese contacto físico entre la Madre de Dragones y la Guardiana del Norte posiciona sus conexiones, el futuro implica disputa entre ambas. El Norte prometió no hincar la rodilla y los planes de Daenerys pasan por una completa aceptación de su poder cuando se siente en el Trono de Hierro. Es cierto que aquí se nos presenta la posibilidad de una batalla final por Desembarco del Rey para acabar definitivamente con Cersei pero, al mismo tiempo, sabemos que la unión de Daenerys/Jon resulta claramente fundamental para que todo llegue a un acto de reconciliación entre Casa. ¿O quién mejor representa tal acto sino alguien que es el legado de los Stark y los Targaryen? ¿Aceptará Daenerys que otro que no sea ella se siente en el Trono de Hierro? ¿El amor podrá definitivamente con ese juego de tronos iniciado al comienzo de la serie de HBO? Sea como fuera, los escritores posicionan esa revelación final para evitarla e interrumpirla con esos explosivos sonidos de cuernos de guerra que indican que el Rey de la Noche y su ejército de muertos ya están aquí. No tiene sentido debatir sobre ese futuro que ya parece distancia, solamente queda espacio para sobrevivir. Nadie aquí quiere morir, olvidar…


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