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domingo, 1 de abril de 2018

Ready Player One: El Rosebud de Steven Spielberg

“Ready Player One”
Director: Steven Spielberg
EEUU
2018

Sinopsis (Página Oficial):

De la mano del director Steven Spielberg llega la aventura de ciencia ficción “Ready Player One”, basada en el best seller bajo el mismo nombre de Ernest Cline, que se ha convertido en un fenómeno mundial. La película está ambientada en el año 2045, cuando el mundo está al borde del caos y del colapso. Sin embargo, la gente ha encontrado la salvación en OASIS, un enorme universo de realidad virtual creado por el brillante y excéntrico James Halliday (Mark Rylance). Cuando Halliday fallece, deja su inmensa fortuna a la primera persona que encuentre un huevo de Pascua digital que ha escondido en algún lugar de OASIS, desatando una competición que tiene enganchado al mundo entero. Cuando el joven e insólito héroe Wade Watts (Tye Sheridan) decide unirse a la competición, se ve inmerso en una vertiginosa caza del tesoro, controlada por el mundo real, en un universo fantástico de misterios, descubrimientos y peligros.

Crítica + Análisis Bastardo (con spoilers):

Considero que para explicar la idea —y parte de un sentimiento generalizado alrededor— de “Ready Player One” basta con buscar entre sus evidentes huevos de pascua. Steven Spielberg da la impresión de haberse dividido entre Ogden Morrow y Halliday para retratar un recopilatorio —que no testamento— que unifique y arrastre todo el cine que lleva dentro. Es un tanto evidente que el autor de “Tiburón” pretende eludir todo ese fondo que no forme parte de su pulpa palomitera. He aquí el legado de sus blockbusters y cine de entretenimiento sin avergonzarse de cualquier juego y choque de realidad/ficción. Ogden y Halliday también están representados en OASIS con avatares pero, sin embargo, es parte de la esencia de Spielberg encarnar una mascarada de todo un mundo virtual, que genera adicción y potencia que la sociedad quede vinculada a su influjo; retroalimentándose en ese proceso de réplicas y recreaciones de un mismo icono. De este modo, cualquier espectador tendría que olvidarse de una fiel adaptación de la novela de Ernest Cline que no conllevara un ejercicio de vampirismo por parte de Spielberg. En el fondo, el director se ha convertido en responsable y autor de su propio legado, impregnando en su última obra todo aquello que simboliza/representa la misma. Y, en este caso, estamos ante ese goloso coleccionista de objetos cinematográficos, que incluso se hizo con el único trineo de Rosebud que se conservaba en una subasta allá por 1986. Pero, ¿cuál es el Rosebud de Steven Spielberg? Ese afán de seleccionar y surtirse de postales nos lleva a “Ready Player One” como contextualización de un manto fílmico para dar sentido a un futuro distópico no muy lejano (año 2045) de un mundo sumido en una plena decadencia que, por el contrario, ha sacralizado su vía de escapar y rehuir de esa realidad amplificada por el cambio climático, la contaminación, la superpoblación o la corrupción. OASIS parece la respuesta a todo… e incluso esconde un huevo de pascua dentro de un juego (Anorak's Quest) diseñado por el difunto creador de OASIS. En el fondo, llegar al Rosebud de James Halliday es acercarse al de Spielberg y no se trata de hacerse con una gran fortuna o el pleno control de ese otro mundo de realidad virtual con un tesoro escondido…


“Ready Player One” es todo un mastodóntico ejercicio de referencias en el que podemos perdernos salvo que, en muchas secuencias, pulsemos el botón de «pausa» y saboreemos todo aquel contenido repleto de matices y reseñas a la cultura pop. Spielberg, en realidad, se oculta tras esa carcasa de una cinta de espectáculo que trata de conciliar la comunión de ese cine amparado en ‘avatares’ y mundos virtuales y otro cada vez más deslucido y gris a nivel de una dura realidad. Podríamos remitirnos a la recta final de El congreso de Ari Folman para analizar uno de los discursos primordiales del film: hemos dado una vital y mayor importancia a la ‘mentira’ que a un mundo ‘real’ que muchas veces nos negamos a aceptar porque nos hemos dado por vencidos para no arreglarlo. Buscamos, en definitiva y resumen, la evasión… ¿En el cine y el arte (audiovisual)? ¿La televisión? ¿Los videojuegos? ¿Las redes sociales? ¿Todo aquello que realmente simboliza y representa OASIS? Ese leitmotiv no es algo escondido o disimulado por la película ya que, por el contrario, conforma su tema principal. Creo que es parte del disfraz de Spielberg para esconder su propia autoría en una lluvia de conexiones, homenajes y (auto)referencias. E incluso, sobre tal percepción y lectura, podemos viajar a ese director que indaga en su pasado y en sus motivaciones para hacer cine. ¿Sabían que Steven Spielberg conoció a Stanley Kubrick durante el rodaje de “El resplandor” y que fue el comienzo de una amistad entre dos creadores con su propia leyenda cinematográfica? El hall del hotel Overlook dio paso al Pozo de las Almas de “En busca del arca perdida” y, desde ese mismo instante, Spielberg trató de mirar a través de Kubrick hasta llegar a “A.I. Inteligencia Artificial”. La reverencia del director de Cincinnati a la libre —y controvertida, sobre todo en su estreno— adaptación de Stephen King, que incluso contó con dos nominaciones a los Razzies, satisface otro tipo de consideración que sea capaz de integrar la propia dicotomía alrededor de Spielberg: ¿por qué siempre ha sido ‘reconocido’ por obras como “Salvar al soldado Ryan” o “La lista de Schindler” en vez de sus ‘blockbusters’ que han aportado tanto a la cultura popular contemporánea? He aquí la reivindicación a esa cualidad muchas veces infravalorada del cine palomitero.


Como indicaba al comienzo del texto, el gran huevo de pascua es la división del director de E.T., el extraterrestre en esos dos creadores de un imperio sobre el que todo cine de entretenimiento orbita. Más que una cara y cruz se trata de esa misma moneda y su anverso/reverso. Podemos construir versos y odas con aquellas conexiones culturales, que enmarcan nuestra existencia, e incluso aquello que personifica “Ready Player One” es que puede que llegue el día en el que ya no se hagan nuevas películas u obras audiovisuales, ya que la sociedad puede haber decidido construir su entretenimiento no través de su propia imaginación sino con los retazos e iconos que otros introdujeron en la cultura pop. Ese pan del pueblo es espectáculo, diversión y entretenimiento, pero existe un peligro en evadirse completamente de la realidad (aviso a los fanboys por parte de Spielberg) e incluso en la mercantilización de todo aquello que rodea un concepto. ¿Lanza un dardo envenenado a Hollywood sobre los riesgos de corporativizarse a través de Innovative Online Industries (IOI)? La dicotomía sintetiza, obviamente, la división de Spielberg en esos dos personajes que crearon OASIS. O, lo que es lo mismo, el cine (sobre todo aquel condenado al espectáculo popular) se somete a los códigos de todo negocio como modelo de mercado. Sobre este punto, el arte (como concepto) es sintetizado tanto por Kira como por ese huevo de pascua que dejó en OASIS el propio Halliday. Su reflejo es tan devastador que consigue cambiar a las personas. Incluso el villano de la película (¡cuidado con los becarios trepas sin conocimientos frikis/cinéfilos!) no puede resistirse al influjo de ver cómo un humano transcribe todo ese cúmulo de sentimientos con una lágrima que nace en el mundo virtual y cae en el real. Kira, en apariencia, fue el punto de desencuentro entre Halliday y Morrow pero, sin embargo, su representación y más certera lectura podría ser como una musa que personifica la esencia de toda creación. Halliday, debido a su incapacidad de conectar con el mundo real, perdió la posibilidad de emparejarse con tal entidad. Por su parte, Morrow se dio cuenta de que el desgaste de la civilización era un hecho si la sociedad utilizaba a OASIS para evadirse de la realidad, tal y como llevó haciendo su creador y amigo desde su infancia hasta el momento de su muerte. La creación de Halcydonia Interactive obedece a tal concepto: el génesis de que el arte ha de ser también una entidad cultural accesible para todos, pedagógica y que ayude a ampliar la sabiduría de un pueblo que evite, así, su decadencia. Spielberg, de este modo, parece hablar a través de sus dos representaciones en la película: no todo ha de ser una gran mentira construida la imaginación de otros, sino que la realidad ha de tomar el control y construir un equilibrio. ¿Volvemos a esa visión de El congreso y la secuencia en “Ready Player One” de una multitud de personas disfuncionales golpeando al vacío en las calles de Columbus como parte de una épica inexistente? No todo tampoco ha de ser pura estilización ni debemos confundir realidad/ficción (golpe a Avatar) sino que ambas han de retroalimentarse. Incluso un simple juego de Atari 2600 puede hacernos llegar hasta la esencia de toda obra o, lo que es lo mismo, la huella que deja todo artista y autor en su creación y que jamás podrá ser borrada, incluso después de su muerte. El director parece animarnos a dejar atrás las lagunas argumentales, sobreexplicaciones y diversas debilidades de su película para amar ese sentido y sentimiento interior por encima de la carcasa que la rodea. El significado aquí es lo realmente importante.



Spielberg habla sobre esas dicotomías y distorsiones para hacernos llegar a su propio Rosebud: aquello que personifican Morrow y Halliday no han de ir en lados opuestos sino que deben estar integrados en el mismo espectro. En “Ready Player One” se hubiera agradecido un ‘glitch’ sobre los planos finales de Simon Pegg y Mark Rylance para realzar esa representación del cineasta en ambos personajes. En cierto modo, no existe un libre albedrío para el protagonista del filme y aventura, ya que el destino de Parzival/Wade para encontrar el Santo Grial da la impresión de haber sido moldeada por Halliday (en el fondo) y por el avatar de Morrow (en la forma). Esa moneda con una vida extra y el huevo de pascua, a modo de implantar un origen/inception, pueden que sean claves para entender que el destino de esas dos caras de Spielberg trata de hacerse hueco en las nuevas generaciones a través de su último trabajo y recopilatorio de sus obsesiones. Ahora, solamente nos queda esperar si la realidad llega a esa juventud avocada a renegar de los problemas del mundo real (empezando por martes y jueves) o vamos preparándonos para el futuro distópico y desolador que nos aguarda. 

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1 comentario:

  1. Mientras estaba en el cine gozando de la carrera a bordo del DeLorean para obtener la primera llave pensaba: -Este es cine palomitero magistral e indeleble a la par de "Volver al futuro" o "Jurassic Park"-.

    Es una lastima que la critica y el público no hayan reaccionado como en un principio pensé, pese a su final con clichés e inacabado, comparto lo que dices "El director parece animarnos a dejar atrás las lagunas argumentales, sobreexplicaciones y diversas debilidades de su película para amar ese sentido y sentimiento interior por encima de la carcasa que la rodea."

    Pensé que esta cinta iba a arrollar en taquilla, creo que no fue así porque irónicamente (aunque es una distopía) pudo ser un ejercicio muy nostálgico para los adolescentes de ahora. Saludos bastardos.

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