Páginas Bastardas

domingo, 12 de marzo de 2017

Ya no me siento a gusto en este mundo: Todos somos carbono en este mundo extraño

“Ya no me siento a gusto en este mundo”
Título original: “I Don't Feel at Home in This World Anymore”
Director: Macon Blair
EEUU
2017

Sinopsis (Oficial):

Está harta de que la pisoteen. El robo fue la gota que colmó el vaso. Ahora ella y su vecino friqui buscan venganza.

Crítica Bastarda:

No sé hasta qué punto es consecuente y positivo que Netflix distribuya internacionalmente el largometraje que conquistó el último Festival de Sundance (junto a otras adquisiciones). Por un lado, es una oportunidad para el gran público de acercarse a propuestas que generalmente suelen ser difícilmente accesibles y que pasan fugazmente por las salas comerciales (sobre todo a nivel internacional). Por otro, se pierde ese culto que puede despertar la cronología de toda película independiente desde su estreno festivalero hasta que su público ‘minoritario’ logra acceder a visionarla. Es evidente que una cinta de pequeño presupuesto, más proclive a epatar a la crítica, no despierte las mismas emociones para ese público ‘general’ al que seguramente “Ya no me siento a gusto en este mundo” le parezca tan aburrida y mediocre como coherente a su propio título: ya no se sienten a gusto en esta película. Nunca lo iban a estar. En el filme de Macon Blair pueden convivir dos filmes enfrentados en dos actos, pudiendo elegir el espectador entre una reflexión existencialista inicial y un intenso thriller criminal con bastante violencia como parte de su desenlace. No obstante y pese a alguna controversia como su cierre, la historia ofrece una perspectiva interesante sobre la extraña sensación de muchas personas de no pertenecer a este planeta. Valiéndose de que los cuerpos humanos están hechos de polvo y gases del interior de las estrellas, Macon Blair utiliza la idea del individuo tratando de buscar respuestas en ese universo 14.000.000.000 de años sometiéndose a las grandes preguntas de la humanidad. ¿Hacia dónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Qué sentido tiene la muerte salvo formar parte nuevamente de ese cosmos que una vez engendró nuestras partículas? La alegoría y metáfora es obvio con esos televisores apagados y ese negror del firmamento con los rayos de algunas estrellas tardando miles de años para llegar a ser divisadas por nuestros ojos. Hemos pasado, por lo tanto, de aquel «tierra somos y en tierra nos convertiremos» a «humo y carbono somos y en humo y carbono nos convertiremos». Y, entonces, ¿qué sentido tiene ser bueno o malo si la recompensa va a ser siempre la misma? 


Ruth (Melanie Lynskey) no es que sienta diminuta ante el inmenso universo sino que trata de buscar un sentido a esa conexión con el resto de seres humanos con su entorno. ¿Por qué todos son seres tan egoístas e insensibles? ¿Por qué el mundo se ha vuelto loco y violento? ¿Por qué la gente contamina y daña al medio ambiente? ¿Es que a nadie le preocupa ya el futuro? ¿Por qué la gente hace spoilers a tu cara con total impunidad y encima se trata del propio director de la película que protagonizas? ¿Por qué no se respeta la propiedad privada? Y sobre todo y todas las cuestiones anteriores: ¿por qué todos son tan gilipollas? La cruzada idealista de una enfermera víctima de un robo va a llevarla a protagonizar un thriller nacido de su propia investigación al tratarla la policía como la responsable y no como la propia víctima. Solamente Ruth, con problemas de adaptación social, va a poder tomar las riendas de su vida y tratar de hallar un significado a todo el caos a su alrededor. Sumando a su lucha a su vecino friki (Elijah Wood), tarado por las películas de karate (el metal y las armas ninja), la protagonista se embarca en una aventura que tampoco desentonaría en el imaginario de los hermanos Coen. Macon Blair va añadiendo, poco a poco, un halo de tensión aderezado con golpes de violencia y dosis de sangre para articular el descenso a los infiernos de sus protagonistas. Y es que descubrir que el mundo es un lugar oscuro y extraño en el que algunos pueden hacer todo lo que otros les permiten forma parte de esa concepción similar a la de la madriguera del Conejo de “Alicia en el País de las Maravillas”. No obstante, nada en el interior es esplendoroso o resplandeciente sino oscuro, caótico y turbador. Blair se obsesiona generalmente con el patetismo que rodea a todos los personajes y desarrolla sus frustraciones a través de sus debilidades, sufrimiento y temores. 


[AVISO SPOILERS] También surge un discurso sobre la justicia kármica y el principio de acción y reacción. Toda acción que realiza un personaje acaba siendo ‘compensada’ por otra de igual y proporcional magnitud en su contra. De este modo, la introversión de la protagonista suponía un escudo de defensa respecto a ese mundo repleto de gilipollas sobre el que se encontraba impermeabilizada. El robo de Christian detona una reacción en cadena. El propio Christian será víctima de su propia huella en el sentido literal, por ejemplo. Ruth también encuentra golpes a cada paso que avanza su investigación: un dedo roto por Killer Sills tras golpear a éste (aunque sea accidentalmente), un corte en una ceja tras ser sacudida por acabar (de nuevo por accidente) con Christian… Ese sumatorio circunstancias también afecta al resto de personajes. Una bala de Marshall puede acabar tanto con Chris Rumack como con su compañera Dez, como ésta puede recibir exactamente el mismo brutal daño que ha hecho por parte de su escopeta. Tony tampoco da la impresión de permanecer ajeno a esa acción y reacción que podría alcanzar el clímax final en el largo vómito de la heroína ante ese baño de sangre que se ha producido por todas sus anteriores maniobras. No obstante, habita ese concepto de justicia kármica en el que todas las buenas acciones de Ruth acaban por compensarla de distintas formas: desde una serpiente venenosa a una aparición fantasmal pasando por el testimonio de Meredith para que evitar que identificara a la protagonista como uno de los ladrones. ¿Y por qué Tony sobrevivió entonces? Tal vez la cuestionada decisión de Macon Blair esconda un caramelo envenenado, para los habituales desenlaces de las comedias negras, al esconder su ‘resurrección’ tras humo y carbono. ¿Se trata de una alucinación u otra aparición fantasmal? Que le veamos conversar con Dan no deja de remarcar que Tony sobrevivió y que salvar la vida de Ruth le fue correspondiendo con su propia salvación aunque, no obstante, esa secuencia recalca la ‘normalización’ de los personajes principales dentro de ese mundo de gilipollas en el que lo único que puede ampararnos es encontrar personas de confianza y amigos. Es posible que el mundo es sea grande que una cubertería de una abuela pero, al final, cada uno busca su propio espacio a través de sí mismo y su individualista visión del mundo. Cualquier persona hace cualquier cosa si le dejan y nosotros nos convertirnos en protectores de nuestro territorio y espacio vital; de nuestro propio destino. No es que Ruth vaya a ser una nueva versión femenina de Travis Bickle o William ‘D-Fens’ Foste sino que su crisis existencial, por no sentirse a gusto en este mundo, va a llevar a replantearse que todos podemos pasar al lado oscuro y convertirnos en malas personas y auténticos gilipollas. Ella misma fue la prueba viviente aunque para sobrevivir uno tenga que regresar a la luz desde la oscuridad; atravesar el infierno para alcanzar el cielo. Y el infierno son los demás... pero también uno mismo. Poco importa la educación o suerte en la vida, como bien fue el caso de Christian, sino que somos nosotros mismos los que decidimos con nuestras acciones aquello que damos, quitamos y, por supuesto, recibimos. 

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1 comentario:

  1. El gran Lebowski 2?

    Buena critica... La película me parece, dentro de su limitada ambición, un gran trabajo en conjunto. No me importaria que continuara en forma de serie... le veo un potencial grandioso a la premisa...

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