Páginas Bastardas

martes, 10 de enero de 2017

Comienza la sexta temporada de ‘Homeland’


Tal vez el universo seriéfilo entero (y generalizando) fuera injusto alguna vez en su existencia con “Homeland” y la culpa de todo se reduzca a dos simples deslices: Dana Brody y Long Time Coming” (4x12). Es injusto maltratar a una de las series que han impuesto tendencias en la presente década con un bagaje muy completo en sus cinco primeras temporadas y aunque la tercera fuera la más irregular, por tratar de dar y un sentido a la trilogía alrededor de Nicholas Brody, no por ello merece desmerecer su rendimiento y constancia. Si bien su cuarta entrega nos dejó grandes episodios la quinta reveló un notable espectáculo capaz de leer ciertos movimientos del mapa sociopolítico al mismo tiempo que se producían hechos de plena actualidad. La propuesta de Showtime comenzó allá por 2012 para plantear ciertos temas tabú supuestamente intocables para una ficción dirigida al público estadounidense. Es posible que, tras quitar del trono a Mad Men, muchos esperaran más de esa serie que se aprovechó de los méritos de “Rubicon” y que tuvo que lidiar con un afilado bisturí que no se aplicó por igual y, por ejemplo, a la despedida de Breaking Bad. Da la impresión de que Alex Gansa y Howard Gordon se han aprovechado también de las proposiciones temáticas que tenía en mente Frank Spotnitz para la injustamente maltratada Huntedcomo parte del tarro de sus esencias. Tras su paso por Europa es momento de dirigir los pasos de Carrie Mathison a Nueva York para posicionar una ficción que no desea esconder demasiado uno de sus secretos y preguntas pendientes: ¿qué ocurrió con Peter Quinn? 

Que nadie espere en “Fair Game” (6x01) grandes fuegos de artificio porque las intenciones para esta temporada son posicionar un espectáculo que tiene un gran recorrido con ocho entregas planificadas. De este modo, puede que los planteamientos divisados en ese fuego cruzado entre EEUU y Rusia ahora despejen otro tipo de intrigas en las que tendremos cierto pulso con la actualidad política de esa democracia internacional de referencia. Con una presidenta sobre la mesa surgen evidentemente dos puntos de debate. Lo primero es la actriz escogida (Elizabeth Marvel), a la que vimos postularse para el cargo en House of Cards siendo frenada en el seno de su propio partido por el pérfido e implacable Francis Underwood. Y, lo segundo y no menos importante, una gran parcela de la audiencia se fijará en esa posibilidad y replica respecto al plano real de la candidata Hillary Clinton. ¿Nos sugiere la serie algunas decisiones de la presidente electa respecto a las oscuras operaciones puestas en marcha por Dar Adal y Saul Berenson? La idea instaurada pudiera ser otra teniendo en cuenta que la presentación de Elizabeth Keane va a suponer un nuevo foco de interés para la serie más allá de esos paralelismos buscados incluso con la fecha del estreno. Showtime ha decidido también volcarse en sus servicios de streaming y ha ofrecido el season premiere un par de semanas antes del estreno oficial para ir presentando ese ‘juego limpio’ al que hace referencia el título y los arcos argumentales tanto novedosos como remanentes en la vida de la antiheroína. Ese juego de espionaje ya parece distante para Carrie Mathison y aunque sigue buscando cierta estabilidad en su vida (y en la de su hija Frannie) alejándose del yugo de la CIA e incluso de la de ese candidato a conquistar su corazón interpretado por Sebastian Koch. Carrie trabaja para una fundación que ofrece asesoramiento y ayuda a musulmanes estadounidenses o que viven en suele norteamericano y, evidentemente, va a tener un caso entre sus manos que estamos seguros va a ser el hilo para estirar hacia algo mayor. Para Otto Düring son simples insignificancias, como si el papel de la antiheroína fuera otro mayor siguiendo esa estela discursiva de los intentos de Saul por volver a recuperar a tan valiosa agente. Carrie parece ser conocedora que su destino en la CIA es ser una marioneta y ‘Drone Queen’ y ha volado por libre incluso del yugo de Düring pero, ¿qué planes tiene en mente? 


Carrie Mathison ya frustró un ataque terrorista en Berlín y estamos seguros que no va a ser casualidad volver a Nueva York para cerrar un círculo respecto al 11-S. Puede que Sekou Bah (J. Mallory McCree) trate de ser esa voz que rompa ciertas costuras respecto a la libertad de expresión y los problemas de dotar de sentido toda la historia y mitología, como ese atentado de 1993 sobre el World Trade Center e incluso antes con la ejecución y asesinato del fundador de la Liga de Defensa Judía. El odio se suele pagar con odio y el joven Sekou Bah da la impresión de no tomar notas de los propios apuntes que divulga en su web. Aunque Carrie desea frenar la demonización a la que están expuestos los musulmanes —y mostrar un mensaje un tanto ‘liberal’ para el público norteamericano respecto a las bondades del Islam—, la realidad es que sigue luchando frente a gigantes y molinos de viento, dejándonos claro los peligros de contar con decenas de millones de refugiados de guerra y más de mil millones de personas viviendo en extrema pobreza en un mundo cada día más condenado por el poder de ciertos intereses y religiones que se desean matizar sin afrontar el problema real de todo culto. El arresto de Sekou Bah por apoyar a los terroristas introduce un debate sobre los límites de la libertad de expresión y si incitar a la violencia no deja de ser un acto más allá de una simple idea expuesta. Esa ideología extremista no es para nada inocente y Bah pudiera ser un chivo expiatorio en la cruzada del FBI frente al ISIS y cualquier forma que acerque a sus ciudadanos a las formas de servir y participar en la Jihad. 


Otro de los focos principales de interés del episodio es oficiar la presentación de Quinn y cómo quedó a nivel físico y mental uno de los protagonistas de la serie. El personaje da la impresión de seguir en caída libre y poco o nada parecen importarle los ‘eslóganes de mierda’ de aquella a la que ciegamente protegió en el pasado. Quizás Carrie quiere devolver el favor a Quinn y ser su ángel de la guarda, preparándolo para que este puede abandonar el centro médico tras unos intentos frustrados de mejora. Queda claro que Peter Quinn ya nunca podrá a ser Peter Quinn pero tal vez los escritores no quisieron acabar con su vida para buscar otro tipo de arco argumental alrededor del personaje. En Agents of SHIELD vimos que un accidente no fue impedimento para tratar el regreso de Leo Fitz y conseguir la recompensa del amor de Simmons. Puede que los guionistas de “Homeland” no deseen todavía desprenderse de una carta y as que bien pudiera ser parte de la estabilidad emocional de Carrie en un futuro cercano. La idea, por lo tanto, el personaje pase por otro de sus abismos y que se dé cuenta de que está en una complicada situación al ser consciente de que es incapaz de durar menos de 24 horas fuera del centro hospitalario. Carrie sabe que su amigo y compañero debería permanecer en una clínica pero aquí surgen ecos de su propio pasado y se dibuja una extraña conexión entre ambos. Tal vez la única manera de recuperar a Quinn sea introducirlo en su propia vida, como si esa pareja junto Frannie formaran parte de una extraña familia y posibilidad de cerrar heridas todavía abiertas. Otra cuestión es que Quinn se tome la medicación y deje de ver moviéndose papel pintado donde no lo hay… 


Respecto al resto de tramas es normal que tengamos nuevos rostros como un agente del FBI, interpretado por Dominic Fumusa, encargado de la operación que ha puesto entre rejas al cliente de Carrie. Presumiblemente la introducción de esos nuevos personajes como el general del Departamento de Defensa (Robert Knepper), el director de gabinete de la nueva presidenta (Hill Harper) o el propio abogado que trabaja junto a Carrie (Patrick Sabongui). Una de las cuestiones es presentarnos ese contexto de una presidenta electa que desea plantear otras posibilidades en la política exterior estadounidense. Mientras que el ejército de EEUU y la CIA quieren poner a 70.000 hombres en Siria para acabar con el ISIS, y acabar esa guerra que ellos mismos iniciaron, la realidad bien pudiera ser bastante distinta para Elizabeth Keane. «¿Si la guerra no se puede ganar qué estamos haciendo allí todavía?», se plantea esa presidenta que considera traer a sus fuerzas de regreso y mirar con lupa todas las acciones encubiertas (como la Operación Signpost en Irán), así como las operaciones con drones y paramilitares que no requieren una firma del presidente. Esa desmilitarización de la CIA bien pudiera dar sentido a una gran conspiración perpetrada por Dar Adal y sin el conocimiento de Saul. «¿Nada de Saul?  || Nada de Saul…». Puede que este season premiere defraude a los amantes de las emociones fuertes pero “Fair Game” (6x01) realmente quiere establecer un nuevo punto de partida para un viaje que se irá desarrollando sin prisas y a fuego lento como a veces ha marcado (y remarcado) la tradición del espectáculo. Esperemos ahora que el destino de Carrie Mathison siga en paralelo al de nuestra expectación y confianza por una serie que se niega a decir su última palabra. 

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