Páginas Bastardas

viernes, 5 de julio de 2013

Mario Conde. Los días de gloria: Es más entretenido leer un BOE del 87

Miniserie
“Mario Conde. Los días de gloria”
(2013)
España
Director: Salvador Calvo


Sinopsis (Filmaffinity):

Basado en el libro homónimo del ex banquero, “Mario Conde. Los días de gloria” nos muestra la vida de un ambicioso empresario hasta su ascenso dentro del grupo Banesto, caída y condena a 15 años de prisión.

Crítica Bastarda:

Repasar el primer capítulo de “Mario Conde. Los días de gloria” pasa inmediatamente por dos factores clave: el punto de vista que ha originado la historia y ciertos inconvenientes técnicos durante la emisión. De lo segundo pueden dar fe los vecinos, que escucharon de repente cómo los televisores cercanos explosionaban cuando llegaba la publicidad, debido a que el audio de la serie era tan mínimo… ¿como su audiencia? Por mucho bombo y dosis de debate y Ana Rosa Quintana que Telecinco le dio al primero de sus capítulos de su nueva tv-movie-mini-serie-encajonada, finalmente no hubo una respuesta al otro lado de la pantalla. Apenas un 11,1% de share lejísimos de los dos millones de telespectadores. ¿No vendría aquí al pelo (engominado) una cita de Conde que indicaba que «esta es una sociedad que confunde el sonido con el ruido»? Precisamente la confusión de la ficción que narra el ascenso del ex banquero gallego pudiera ser el punto de vista germinal que acota la perspectiva a la exitosa biografía escrita por su puño y letra, relegando su ‘verdad’ a la ausencia de replicas de las partes implicadas.


Con todo lo anterior, nos encontramos ante posiblemente la tv-movie más ¿seria? realizada por Telecinco y aquí se halla por extensión la decepción. Lo siento, queríamos una nueva Mi Gitana”, algo tróspido y digno de Telecirco para reírnos y pasar el rato… no un alegato de las injusticias realizadas sobre la juventud, el éxito, el poder y la sobredosis de gomina. El primer capítulo de “Mario Conde. Los días de gloria” nos habla del ascenso de Conde junto a Juan Abelló, cuando en 1987 realizan en la venta de Antibióticos S.A. la operación económica más importante realizada en nuestro país. Después llegan sus intentos para alcanzar y mantener la presidencia de Banesto con todo el mundo en su contra, incluidos los bostezos de la audiencia. Que el sistema está politizado y enraizado hasta sus entrañas no es una novedad y que Conde tuvo que jugar un juego a dos bandas para sobrevivir y contraatacar resulta obvio, aunque aquí se cuenta lo que quiere obviamente. Desde una OPA hostil hasta la guerra con Carlos Solchaga, la primera entrega nos habla de un drama económico-político bajo un claro subtexto de thriller y que las cúspides de los bancos son realmente clases de instituto con Delegado y profesor ausente. 

Una serie para pegarse un tiro

Pese a que Mario Conde ha declarado que no está de acuerdo como muchas secuencias ficcionadas y los conflictos creados a dedo de algunos personajes —según el ex banquero la separación con Abelló se debió a política y no a celos, por ejemplo—, nos encontramos ante la ironía de la gloria: no hay lugar para la satisfacción en los mejores momentos de “Mario Conde. Los días de gloria”. Tampoco para el público, obviamente: amenazas a niños, intrigas y conspiraciones políticas y operaciones orquestadas a la sombra para garantizar el éxito y el sueño made in Spain entre una sobredosis de gomina y aburrimiento. Me da lo mismo que la serie haya utilizado localizaciones reales, que Conde reclame la presencia en plató de Rato, Aznar y González o que insinúe la pederastia de un periodista en un debate sin contrarréplicas posibles. Me da lo mismo que proclame a los cuatro vientos su inocencia y aquí tenga una herramienta audiovisual. ¡Me da lo mismo! El gran fallo de tv-movie es que tenía que ser cutre, escandalosamente soez y no lo es. Es un ejemplo de vacuidad desmedida, de testimonio de la nada, un pretexto para pregonar un cuento del que ya conocemos su moraleja volteando al antagonista y villano como antihéroe. Conde narró el capítulo desde su cuenta de twitter y el time line fue más interesante que la decadencia moribunda que asomaba en la pantalla entre tanta gomina, puñalada trapera y empalme monetario. “Mario Conde. Los días de gloria” es uno de los mayores coñazos más huecos, asépticos y hábilmente manipulados vistos en la televisión patria. Si, al menos, estableciera conexiones con la ‘liberación’ de Miguel Blesa, el primer banquero que ha pasado por la cárcel desde Conde, tendría un sentido completo para mostrar algunas de sus no sesgadas verdades. Víctima o criminal, la corruptela política siempre guía el camino y castiga a aquellos que se salen de su senda; aunque la única verdad incuestionable es que Chicote se zampó a Mario Conde y su gomina. Lo demás, me sobra… como esta serie.

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