Páginas Bastardas

sábado, 4 de junio de 2011

Alakrana: ¡Que vienen los piratas!


¡Que vienen los piratas! ¡Que vienen los piratas! ¡Nos disparan! ¡Los tenemos encima! ¡Que vienen los piratas! ¿Qué vienen…? ¡¿Más?! ¡¿Más piratas?! El secuestro más largo de la democracia española ha llegado a sus pantallas: después de robar Telecinco millones de neuronas con “Piratas” llega “Alakrana”. Aunque su único parecido ha sido el fiasco de audiencia.
«Esta película está inspirada en hechos reales pero los personajes y sus vivencias son ficción y cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. La película no pretende ser un juicio sobre los hechos ocurridos, cuya resolución está en manos de los jueces y tribunales
Primer gran fallo: ¡no queremos esto! ¡Y menos esa visión de ONG barata! Hablo en plural ya que no soy el único que quería ver este proyecto dentro del contexto de quien lo emite: apuntaba a sacar trapos sucios y barriobajeces, habituales en la parrilla de la cadena de Vasile. Queríamos, o eso creo dentro de una de las grandes crisis que azotó al gobierno, saber quién pagó el rescate con pelos, billetes y señales, la imagen de las Fuerzas Armadas y esos informes traspapelados, la quiebra política que se produjo (eso sí que era de plató de Telecinco), los errores por traer a dos piratas a España y que uno de ellos pudiera ser menor de edad, las medidas de la muñeca y sus centímetros… ¡Todo! ¡Queríamos saber todo, todo y todo!

Ay, cuando el pirata somalí se pone las Ray-Ban. Ay, cuánta realidad política y social presenta “Alakrana”. Cuánta… Tanta y tan bien como la gran frase de una de las víctimas: « Estuvimos 20 días sin darnos una ducha y a veces no nos dejaban ir al baño y había que hacérselo encima. Era un regalo cuando te dejaban ducharte o lavarte la boca, eso era una fiesta». ¿No es acaso la realidad habitual, política y social, de telespectador de Telecinco?

El Duque y el bondage: mala combinación para la audiencia
¡Cuánto mercado internacional! Desde Somalia con (des)amor hasta Londres el mogollón se centra en la corrupción desde el Presidente hasta el fraude de seguros de los pesqueros. Todo a cambio de la vida de los tripulantes golpeados, violados y con torturas lamentables como echarles el humo a la cara, robarles la ropa o atarles al estilo Betty Page. Puede que el fervor uterino más adicto al bondage se excite ante la visión de ver al Duque maniatado. Los piratas somalíes sólo saben malgastar balas y hacer putadas criminales. Poco más, aparte de poner cara seria de malos-malosos. “Alakrana” llega como mensaje ecologista y social en un mundo de sentadas y secuestros entre numerosos flashbacks de pacotilla. La banda sonora reiterativa al igual que planos aporta de todo menos credibilidad. El presidente (y no de España) es el malo y la alianza con gente de ojos azules es lo hace que en este mundo habite la maldad. Me faltan Celine Dion y Chuck Norris para que fuera algo más ajustada a la realidad. La secuencia del lanzamiento de fruta y comida, patética así como cualquier búsqueda de sentimentalismo barato. 

Los malos son los Piratas
Todos quieren llevarse tajada y todos quieren tajadas, incluido el espectador. ¡Cuánto sueño! ¡Cuánto! El propio encierro y secuestro se traslada al otro lado de la pantalla y uno se caga si es necesario para sobrevivir. ¿En eso se ha convertido la televisión actual? 

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